[Collaboration] Nautilus Lanzarote and The Mysterious Underwater Wine

[Colaboración] Nautilus Lanzarote y El Misterioso Vino Submarino

🌋 Sumergiéndonos en Lanzarote: El viaje submarino del Nautilus

Nautilus Lanzarote es una bodega submarina en Canarias y a través de esta colaboración nos acerca su fantástico universo líquido y volcánico a través de su Malvasía Volcánica Submarina , una joya blanca que duerme bajo el Atlántico antes de despertar en la copa.

Nautilus es todo menos convencional. Fundada en 2019, su filosofía fusiona el terroir volcánico de Lanzarote con las condiciones únicas del fondo oceánico. Las vides crecen en fosas excavadas en ceniza volcánica, protegidas por muros de piedra que desafían el viento y el sol. Tras envejecer en barricas, el vino se sumerge durante seis meses en el océano, donde la presión, la oscuridad y el silencio moldean su carácter.

La botella que recibí es una creación única de la naturaleza marina salvaje, cubierta de restos marinos, lapas, corales y sedimentos que la hacen irrepetible. Cada botella es diferente, como si el mar firmara su propia versión del vino. Y la caja… una obra de arte en sí misma. Hecha de madera, adornada con ilustraciones submarinas que parecen sacadas de un cuento de Julio Verne, se arma y desarma como un rompecabezas que guarda un tesoro escondido. Abrirla fue como abrir una cápsula del tiempo oceánica; quedé hipnotizado.

Ecos del Éxtasis: La obra de arte nacida del abismo

La pieza que pinté para esta colaboración es una inmersión emocional con matices míticos, fantásticos y misteriosos. El lienzo acrílico se despliega como una sinfonía de azules abisales, verdes minerales y toques dorados que evocan la luz del sol filtrándose en las profundidades del océano, pero esos tenues rayos que ya casi no ves, que sabes que alguna vez fueron intensos y poderosos, pero que ahora apenas te alcanzan porque estás demasiado profundo.

Las texturas imitan los sedimentos adheridos a la botella, como si el lienzo también hubiera estado sumergido. Utilicé una pasta especial mezclada con pintura acrílica que se endurece para crear estas sensaciones. Normalmente, esta pasta se seca con calor para que se solidifique sin agrietarse, pero omití ese paso a propósito para que el efecto de sedimento fuera más realista.

En cuanto a mis inspiraciones, me inspiré naturalmente en el logotipo de Nautilus Lanzarote, que se asemeja a un casco de buzo, y también en Big Daddy de Bioshock, un coloso submarino que recorre la ciudad hundida de Rapture y es un enemigo implacable. La estética art déco decadente y la atmósfera opresiva del juego me ayudaron a imaginar un mundo donde el vino y el arte nacen en las profundidades. El resultado es una obra que no representa, sino que evoca: el misterio del océano, la alquimia del vino y la belleza de lo oculto, todo envuelto en una atmósfera ligeramente inquietante, decadente, misteriosa, sombría e incluso peligrosa que sugiere las profundidades desconocidas del mundo marino.

También hay una conexión personal con la pieza. Mi padre es buceador certificado con tres estrellas FEDAS y licencia de Patrón de Embarcaciones de Recreo (PER). Tiene una profunda conexión con el mar y me animó a contactar con Nautilus Lanzarote para esta colaboración. Siente un gran respeto por el océano y sus secretos. Yo, en cambio, soy más realista, pero me atrevo a sumergir la cabeza y nadar con dignidad, jaja. Esta dualidad entre vértigo y fascinación está presente en la obra: una tensión entre lo visible y lo meramente intuido.

Búsqueda del tesoro: lo que siempre has deseado encontrar

Al abrir la caja de madera —ese cofre submarino con ilustraciones que te transportan al fondo del océano— y sostener la botella en mis manos, sentí como si tocara algo que ya había pintado. Las texturas marinas que se aferraban al cristal, los tonos apagados por el tiempo bajo el agua, los relieves naturales que la hacen única... todo eso ya estaba en mi lienzo, aunque aún no había probado el vino. Fue como si la botella confirmara que la obra ya sabía lo que iba a sentir.

Permítanme compartir mi experiencia de cata, siempre desde un punto de vista personal y subjetivo, ya que no soy un profesional y esta no es una reseña técnica.

Al descorcharlo, el sonido fue suave, casi tímido, como si el vino viniera de un lugar regido por el silencio. Me serví una copa y me quedé mirando el color: un amarillo pajizo con reflejos dorados, como los destellos que pinté para representar la luz filtrándose entre las corrientes. No soy un experto, pero soy sensible, y lo que llegó a mi nariz fue una mezcla de fruta blanca, algo floral y un fondo mineral que me recordó a las rocas volcánicas también presentes en la pintura.

En boca, el vino tiene una textura aterciopelada, como un abrazo suave. Hay una salinidad sutil, como si el mar hubiera dejado una caricia en cada gota. Eso me hizo pensar en los azules profundos que usé en la obra, en esa sensación de inmersión, de estar rodeado de algo superior a uno mismo.

Mientras bebía, pensé en el Gran Papá de Bioshock, esa figura aparentemente dura con una historia triste y compleja. Este vino tiene algo de eso: una apariencia robusta moldeada por el mar, pero un interior delicado elaborado con mimo. También pensé en mi padre, en cómo se sumerge sin miedo mientras yo permanezco en la orilla, pintando lo que imagino que yace debajo. Este vino me permitió, por un momento, sumergirme sin contener la respiración.

🦑 Reflexiones desde la Espiral: Lo que me enseñó el Nautilus

El Nautilus, ese antiguo molusco que da nombre a la bodega, tiene una concha en espiral que crece siguiendo la proporción áurea. Simboliza la evolución, la introspección y la creatividad. En muchas culturas, representa el viaje interior, el crecimiento espiritual y la conexión entre lo material y lo invisible.

Esta colaboración me hizo reflexionar sobre eso: sobre cómo el arte y el vino pueden ser vehículos para la exploración submarina. Y hablando de exploración, no pude evitar pensar en el documental que vi hace poco sobre el Titán, el desastre del submarino Oceangate. Me recordó lo imponente y peligroso que puede ser el océano, el profundo respeto que exige y cómo a veces ocurren tragedias inesperadas. Explorar es emocionante, pero ¿cuáles son nuestros límites?

En cualquier caso, Nautilus Lanzarote ofrece un viaje profundamente placentero, sereno y misteriosamente cautivador, que se instala en el alma como los sedimentos que descansan en sus queridas botellas.

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